Dieciséis, diecisiete, dieciocho. La edad nunca importa, la rebelión se despierta en un guardapolvo, en un overol, en un poncho, en un uniforme, en un vestido, en un cuerpo desnudo. Todos somos la misma sangre, la que cayó, la que cae y la que esta dispuesta a caer. Militante o no, todo aquel que hubiera sido asesinado por pensar, por amar, por aprender, por enseñar, por crear, marchará afuera recuperando calles, marchará adentro recuperando identidad. Los lápices siempre fueron de colores, por eso sus escritos, nunca dejaran de abrazarnos.
cada dia, un escrito.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Lápices
Dieciséis, diecisiete, dieciocho. La edad nunca importa, la rebelión se despierta en un guardapolvo, en un overol, en un poncho, en un uniforme, en un vestido, en un cuerpo desnudo. Todos somos la misma sangre, la que cayó, la que cae y la que esta dispuesta a caer. Militante o no, todo aquel que hubiera sido asesinado por pensar, por amar, por aprender, por enseñar, por crear, marchará afuera recuperando calles, marchará adentro recuperando identidad. Los lápices siempre fueron de colores, por eso sus escritos, nunca dejaran de abrazarnos.
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