cada dia, un escrito.

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martes, 3 de agosto de 2010

crónica de la estupidez humana - volumen uno



podría echarle la culpa a mi generación, esa que enseño a muchos a estar solos desde temprano, podría descargarme con esa lastimosa pantalla que pretende ser nuestra amiga y no puedo olvidarme de que siempre puedo hacer responsable de todo lo que pasa al gobierno de turno, al gobierno que estuvo o al que vendrá. pero lamento informarles que hoy no será día de lavarse las manos, me hago cargo de mi maravillosa estupidez. quince años y la confusión de tener la casa sola, abrir y cerrar cada cinco minutos la heladera (a ver si algo nuevo apareció para alimentar la ansiedad), tv compañera y la incertidumbre de no entender porque hay pobres. todo suma al momento de cometer alguna estupidez.fuego. ¿quien no jugó con el? ¿quien no quiere jugar con el? mejor no contesten. decidí usar un frasco de metal donde vino un reloj de regalo que nunca usé, para llenarlo de alcohol etílico y luego, encenderlo para entender las llamas que probablmente pertenecían a un cavernícola. pero el piso era de madera perfectamente lustrado, era una evidente llamada a la razón la cual me hizo dudar. luego de reflexionar profundamente busque algo para colocar debajo y así evitar un incidente. en ese momento una bolsa de plástico de algún supermercado fue la protección mas eficiente para el piso de madera lustrado. el fósforo cayó justo dentro del frasco de metal y una llama azul quedó congelada. una gran, gran decepción, no se que esperaba, chispas, dibujos de fuego o un ave fénix, pero no una inerte llama azul. no tuve opción que matar la llama, pero el metal ardía y prendió la suela de la zapatilla, reaccioné rápidamente tratando de apagar mi pie y sin querer, el frasco se volcó haciendo que un pequeño y poderoso charco de llamas que se desparramó por todo el piso llegando hasta abajo de los muebles, ahora si estaba sorprendido con las llamas. sabia que en estas situaciones hay que calmarse, me detuve un segundo para decidir que hacer para apagar el desastre, pensé demasiado rápido y agarre una colcha cien por ciento polietileno, que con bastante fuerza la usé para apagar el piso, pero también la colcha se prendió fuego. no había mas opciones, fui corriendo a la heladera, la abrí, encontré sin buscar una porción de torta de cumpleaños, era de mouse de chocolate, la comí lo mas rápido que pude mientras buscaba los sifones, cuando los encontré no me limpie la boca y agarré uno con cada mano, fui trotando como bombero a la pieza en llamas, accioné los sifones y apagué el fuego. el piso quedó echo un desastre hasta que años después lo pulieron, los muebles se regalaron y la colcha descansa en paz.

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