cada dia, un escrito.

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lunes, 13 de septiembre de 2010

Fútbol para principiantes



La ignorancia de adelantarse a los hechos es peligrosa, sobre todo cuando se tiene la total seguridad de los mismos y en realidad estamos fuertemente equivocados. Sábado, dieciocho horas. Todos los llamados telefónicos ya fueron hechos para el amistoso de fútbol, en una cancha abajo de la autopista, administrada por un amable okinawense, que permite que las cucarachas se mezclen con los pebetes radiactivos del mostrador. Dieciocho horas, veinte minutos. La impuntualidad ya llegó, sólo somos seis, la cancha ya está paga y el okinawense comienza a olvidarse el castellano cuando le decimos que tres contra tres no podemos jugar, a ver si puede devolvernos los ciento veinte pesos que le dimos. Por más que gesticulamos amablemente, no hay caso, decidimos jugar igual. En la cancha, varios niños con camisetas de equipos que desconozco nos miran, intuyo que entre ellos murmuran que pueden jugar mejor que nosotros, y no creo que se equivoquen. Se me ocurre invitarlos a jugar, realmente se emocionan, armamos los equipos mezclados y empezamos el partido. Estaban en lo cierto !Que gambetas hacen los pendejos! Mientras damos nuestro mayor esfuerzo ellos, sin agitarse, son las estrellas del momento. En la cancha de al lado, otros seis jugadores también son víctimas de un faltazo organizado en masa. Nos ven y nos invitan a jugar, aceptamos. Los niños están enfurecidos porque saben que en gran parte, nos vamos porque no queremos perder con ellos. Empieza el partido. El equipo contrario está compuesto por un jubilado, el carnicero de la esquina, el hijo del carnicero, y tres remiseros que conforman la flota de la remises más satisfactorios del barrio: "Si me pedís un remis, te lo doy". El estado físico de ambos equipos es realmente lamentable, pero ellos, nos superan ampliamente, poseen una tos digna de fumador empedernido, un par de barrigas exageradas por embeberse demás y varias peladas relucientes. Vamos ganando cuatro a cero, estamos emocionados y ya empezamos a creer en una victoria mediocre pero útil. Grave error, paso a citarme: “La ignorancia de adelantarse a los hechos es peligrosa, sobre todo cuando se tiene la total seguridad de los mismos y en realidad estamos fuertemente equivocados". El partido terminó, se dió vuelta el asunto y ellos ganaron (hay que ser sincero, no es lo mismo admitir la derrota que el triunfo del otro). Ganaron catorce a cuatro, sus goles fueron eternos, quedarán para siempre en nuestra estantería de recuerdos. Después de cordiales apretones de manos, nos retiramos lentamente. Fuimos derrotados como un ejercito sin armas, pero con dignidad, supongo que poner el pecho pase lo que pase, nos otorga ese lujo, que pensándolo bien, quizás solo sea una forma de darnos un poco de aliento. Perder es la única forma de aprender, o por lo menos la más efectiva.

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