cada dia, un escrito.

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viernes, 10 de septiembre de 2010

la mañana es de buster keaton - parte dieciseisava



subimos la escalera sin dejar de mirarnos, ese fue el motivo por el cual me tropecé, pero, como soy un experto en el tema, pude evitar una caída inoportuna. nos paramos en la puerta de la juguetería, viendo como la lluvia lavaba los pecados de la calle. ella tenía que ir a su segundo trabajo, el de mesera, hice señas preguntándole si podía acompañarla, me dijo que si con pequeño beso. era en puerto madero, el barrio mas joven, con mas rejas que ningún otro y con la gran destreza, de proyectar frías sombras sobre los pulmones verdes. nos despedimos y entró al restaurante donde trabajaba. en el menú de la puerta averigüe la especialidad de la casa: mariscos y precios delirantes. disimulando, me quede mirando el lujoso comedero desde afuera, estaba parado entre una planta artificial y un aire acondicionado, protegiéndome de la tormenta con uno toldo metálico. me intrigaban fuertemente dos cuestiones. primero, si tan delirantes eran los precios, ¿la comida era exquisita?, (nunca comparable con pastas caseras de madres o abuelas), evidentemente estaba en el lugar equivocado para que me dé hambre. segundo, quería saber si ella sonreía igual que siempre, en su horario laboral. observando unos minutos, noté que algunos de los clientes, creían que por pagar grandes sumas, tenían el derecho de maltratar a los empleados. nunca entendí, ese concepto de que el cliente siempre tiene la razón pase lo que pase. ¿alguien tiene razón en algo? me acerque un poco mas al vidrio porque era bastante oscuro y no distinguía entre un pulpo flotando en la pecera y el extraño peinado de una señora pintarrajeada. la vi a ella bastante concentrada, encima que era hermosa, era mesera, eso la hacia mas hermosa aún (*1). llevaba una bandeja un poco mucho sobrecargada, justo cuando un hombre de traje se paró abruptamente interrumpiendo su paso. los mariscos quedaron perfectamente decorados en el traje beige, sinceramente creo que lo mejoraron, aunque la opinión del hombre no fue la misma. comenzó con su berrinche, gritándole a ella exageradamente, la tomo del brazo y la sacudió explicando que era un empresario con un alto cargo y todas esas fanfarronadas de gente que no es importante. tenía que hacer algo, no podía quedarme parado sin hacer nada, sin entrar y decir algo, pero ¿como podría defenderla con palabras, si soy un falso mudo?


*1- no se trata de que la hermosura de cualquier mesera radique en el servicio que ofrecen, sino en la combinación de su vestimenta y su andar de mesa en mesa.(teoría de la mesera)


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